Ella estaba nerviosa, pero trataba de calmarse con el pensamiento de que solo era una cita, una primera cita, pero nada definitivo al fin y al cabo.
Trato de lucir sexy intencionalmente, sin embargo terminó poniéndose lo que siempre usaba, una blusa holgada y jeans. se miró al espejo y dijo: "la comodidad es lo primero"
Subió al metro, una, dos, diez estaciones y llegó al destino previamente acordado, habían estado hablando por un mes y algo más, últimamente todos los días y a cada momento del día, se acompañaban, algo que le gustaba mucho es que él la escuchaba de verdad, si le preguntaba cual era su color favorito, lo más probable es que realmente a él le interesaba esa información y eso la hacía sentir especial.
Lo vío por primera vez, un sudor leve y cálido inundó sus manos apretadas en puño ocultadas por la posición de sus brazos. Él también la vió y le sonrío, una sonrisa que sin duda le resultaba familiar, cercana y que sin quererlo hizo que sus manos en puño se relajaran para saludarlo.
-Hola. -le dijo ella
-Hola, al fin -le dijo él
Solo bastó ese saludo amable para ponerse a caminar y conversar como si se conocieran de siempre, el reloj distorsionó el tiempo y las horas pasaron casi volando, comieron y tomaron entre risas y anecdotas que ella al menos nunca se había atrevido a contarle a nadie, pero él era especial, quizás se precipitó a decirlo pero sentía por primera vez que podía ser el indicado.
La noche siguió y él la invito a su departamento, un par de copas no la hacían sentirse ebria y sentía esa conexión radical de querer estar con él más cerca aún.
Tomaron un taxi y al sentarse uno al lado del otro, surgió un beso, más apasionado de lo que se pudiera describir y confirmo lo que su cuerpo le estaba diciendo hace mucho rato.
Llegaron al departamento sin cortar del todo ese beso inicial y entre torpezas y pequeños tropezones dieron con la puerta al fin.