El último día de Pompeya, obra realizada por Karl Briulov entre 1830 y 1833. Óleo sobre tela de 456.5 x 651 cm. exhibido en el Museo Estatal de San Petersburgo, Rusia.
Sintió un fuerte dolor en el costado, se paró, sin saber como, pero el espíritu de sobrevivencia podía más en ella, siempre podía más, se restregó los ojos y luego miro sus manos, sangre, solo vió sangre y sus pies sucios. Un agudo dolor en su costado la desestabiliza y la hace caer, su costilla derecha se asomaba por entre su piel, rota, igual que ella, estaba confundida, sin saber como había llegado ahí, observó pausadamente el rosto de quien la acompañaba, no lo reconoció, camino, sin destino, sujetando su costilla.
A mi no me da miedo tu huracán
por su magnitud
presiento que sacará techumbres
pero ahí estaré, refugiada
omnipresente en tu densidad.
A mi no me da miedo tu huracán
sé que llegará algún día
presiento que destruirá casi todo
lo contemplaré con calma
sin tratar de contener, sin tratar de poseer.
A mi no me da miedo tu huracán
tu mano me muestra el lugar
del primer rayo
me alejo y veo lo majestuoso
sin fin de colores.
A mi no me da miedo tu huracán
soñé con el, lo esperé tanto
y como una infante curiosa
lo he investigado y visto en sueños
por eso, no me da miedo tu huracán.
Detalle de “La victoria alada de Samotracia” (190 a.C.)
Tus ojos
Tus ojos
Luz de mi manantial
Tu tibio caudal
calma mi fuego
mis manos
en lo más trascendente
de tu cuerpo y existencia
me retuerzo al abrir
y la sensación me eleva.